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Organización

Organización: algunas ideas

Todo trabajo o pasatiempo, requiere una buena organización para que el trabajo pueda desarrollarse más fluidamente y para que las ideas que tengamos en nuestra mente puedan ser fácilmente puestas en acción, logrando así en ambos casos los resultados deseados.

La costura no escapa a esta regla y cada creador tiene un estilo propio de organizar su espacio. Yo nunca tuve un espacio cerrado, completamente dedicado a la costura, por lo que tuve que inventarme, dentro de las posibilidades tanto económicas como de materiales disponibles, una manera de almacenar mis telas y utensilios de tal forma que no estuviesen a la vista, el lugar tuviese un “aire” ordenado (no siempre alcanzable hehehe) y que me permitiese tener al alcance de las manos lo que necesitara. Hoy en día, conociendo un poco las técnicas de organización de Marie Kondo entiendo por qué ella sugiere ordenar todos los elementos de una misma categoría de una sóla vez: de ese modo, se utliza el mismo criterio desde la primera hasta la última pieza, además de poder identificar rápidamente a los duplicados. Cada vez que he tratado de dividir mis materiales, cualquiera que fueran, me doy cuenta de que la vez anterior utilicé un criterio diferente que a lo mejor ahora ya no comparto y tengo que volver a clasificar todo según lo que considero en ese preciso momento. Y eso involucra mucho tiempo, cosa que no siempre sobra.

Casi todas las mesas que utilizo tienen ruedas, para permitirme moverlas fácilmente en caso de necesidad, bien sea que quiero modificar la disposición del estudio o que quiera alcanzar algo que coloqué debajo o detrás de ellas. Los muebles de Ikea siempre han sido mis mejores aliados en ese propósito, junto con sus soluciones para almacenar y organizar toda la casa. Lástima que aquí no exista una tienda Ikea, pero casi todo lo que tengo me lo traje en mi mudanza y me ha durado ya más de 15 años.

Por vivir en una ciudad grande, con mucha contaminación ambiental (por más que mantengamos las ventanas cerradas prácticamente todo el día), no es conveniente para mí almacenar mis telas en repisas como he visto que otros quilters hacen: es demasiado el polvo que se deposita en cada superficie de la casa y eso conllevaría a que las telas se ensuciaran. Así que decidí utilizar cajas grandes de plástico para guardar todos los pedazos de tela que sean mínimo de una yarda. A medida que mi inventario fue creciendo, dividí las telas por color, identificando cada caja con una etiqueta para que pudiera ir directamente a la caja que contenía la tela que estaba buscando. Mientras más se usa el propio inventario, más se tiene conocimiento de lo que se posee (así como cuando un niño está reuniendo las barajitas de un album y sabe exáctamente cuáles tiene y cuáles no, a pesar de que el album contenga unas 500 piezas diferentes!) y se localiza con bastante facilidad. Las telas para niños, las de Navidad y los batiks/orientales/diseñadores tienen una caja aparte, sin importar los colores puesto que es el género lo que más me interesa aquí.

Las telas que no son las tradicionales, sino que son de tapicería, jersey, lycra, para cortinas, jeans, cuero o de cualquier otro tipo de material, también las almaceno en esas cajas grandes, pero por separado, porque tienen unos usos más específicos y las uso menos. Eso sí: tela que entra a mi casa no se bota! Tarde o temprano se le encontrará un uso para cada una de ellas, así como los desechos de tela, producto de los cortes que hago, también los guardo para ser luego utilizados como relleno de camas para mascotas o puffs. Las madejas de hilo y lana que compré en Italia para realizar accesorios para el invierno, también están guardados en este tipo de cajas y dos contenedores de lata grandes, con tapa. Nunca más los usé desde que llegamos a Panamá pero estoy segura de que volveré a usarlos, tarde o temprano…

Este año, empecé a sacar los pedazos que no llegan a tener una medida mínima de 22×18 pulgadas (es decir, un fat quarter en inglés o lo que se conoce como un cuarto de yarda “gordo”, porque el verdadero cuarto de yarda sería 44×9 pulgadas pero no rinde mucho si que quiere trabajar con retazos más grandes de 9″ de ancho) y los estoy guardando en otras cajas de plástico más pequeñas pero siempre con tapa, para saber que si los veo ahí sé que no tengo mucha tela para usar. Estos retazos no están divididos por colores aún, puesto que no he revisado todas las cajas que tengo sino que los voy sacando a medida que aparecen. Pero dentro de la caja sí los voy ordenando cromáticamente (el ojo también quiere su parte para inspirarse!). 

Esas mismas cajas las uso también para guardar todo el material que se refiere a un proyecto en específico, para tener a mano las telas que estoy usando (y evitar así usarlas para otro proyecto), las piezas que ya corté y las que terminé, esperando poder ensamblar todo para terminar el producto. De esta forma, está protegido, fácilmente identificable y no ocupa mayor espacio. He leído que varias personas utilizan cajas nuevas de cartón como las que se usan para entregar pizza a domicilio puesto que son cuadradas, robustas y los bloques que se van terminando de una colcha o proyecto se mantienen bien estiradas en ese tipo de contenedores.

Para los retazos más pequeños, utilizo cajas plásticas más pequeñas que las otras (generalmente utilizo contenedores tipo Tupperware o donde vengan algunos alimentos -las cajas de las galletas Milano son magníficas para ésto-) y los clasifico por tipo:

  1. Retazos sin forma definida (por color)
  2. Tiras (por el largo)
  3. Cuadrados (por tamaño)
  4. Tiras de media pulgada de ancho (por color)
  5. Navidad (siempre tiene una caja aparte del resto de las demás telas, por tratarse de una época del año muy particular)
  6. Salvedges o bordes de las telas (por el largo)

También uso muchas bolsitas tipo zip-loc puesto que son prácticas al mantener juntos todos los retazos de una misma clasificación: una caja de plástico puede contener varios formatos, seprados precisamente por ese tipo de bolsas plásticas.

Los precuts o precortados, como los jelly rolls, los charm packs y los mini charm packs, los tengo en una gaveta de un gavetero de plástico, más bien divididos en “uso personal” y “uso para terceros”: hay algunos que tienen un lugar especial en mi corazoncito y algún día los convertiré en algo para mí hehehe.

Las guatas y cualquier otro tipo de material que uso para acolchar, están colocados en otras cajas dentro de mi armario. Son piezas muy voluminosas y es difícil almacenarlas, además que conviene comprarlas por rollos cuando se pueda, porque así son más variados los usos que se les pueden dar.

En una estantería con cajas apilables guardo todo el hardware para  elaborar bolsos (cremalleras, asas o mangos, cintas, anillos, botones magnéticos, etc.), hilo para bordar, patrones, chaquiras (las cajas plásticas para las medicinas funcionan muy bien!) y casi todo lo que necesito para embellecer mis trabajos. Honestamente, quiero cambiar ese tipo de caja abierto por cajas cerradas puesto que todo lo que está ahí se llena de polvo fácilmente.

Los hilos los tengo sobre la mesa de coser, en una caja de lata que me regaló mi ex jefa en Alemania y en varias otras cajas de plástico con tapa, mientras que las tijeras y las cuchillas están en una cesta pegada de la pared, sobre mi mesa de corte. Sobre esa misma mesa, en una repisa, están los libros que más consulto, junto con las distintas reglas y tapetes de corte más pequeños (uno de ellos es el resultado del mal embalaje realizado por la empresa que nos hizo la mudanza: cuando desembalamos la caja, os dimos cuenta que lo habían doblado a la mitad, rompiéndose!). Para guardar los patrones que compro y que descargo en PDF utilizo una carpeta con hojas plásticas tipo sobre, de esta manera veo rápidamente lo que hay en cada una de ellas.

No siempre las cosas terminan estando donde uno pensaba que iban a estar, especialmente porque a medida que se trabaja, es que nos vamos dando cuenta si algo es práctico o no, si es mejor guardarlo de otra manera o cambiarlo de lugar, y no hay que sentirse mal por eso sino realizar los cambios necesarios para funcionar mejor. Lo que sí es importante es darle un lugar a cada cosa y que cada cosa esté en su lugar, de lo contrario nos pasaremos el tiempo buscando en lugar de producir.

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